El Manifiesto CARE
Un llamado a la acción por parte de las organizaciones de la sociedad civil y las líderes de grupos de jóvenes de la Coalición de Acción por los Derechos y la Justicia Económica
Hacia una economía solidaria, tal como la conciben las mujeres de América Latina, Asia Oriental y África subsahariana. Los cuidados y el trabajo doméstico son la columna vertebral de nuestras sociedades y economías. Esto incluye el soporte que requieren las personas para satisfacer sus necesidades, es decir, el cuidado de niñas/os, ancianas/os, personas con discapacidades y personas que enfrentan enfermedades, así como la enseñanza y la provisión de necesidades básicas y alimentos para un hogar. De hecho, el trabajo de cuidado no remunerado aporta un estimado de 10,8 billones de dólares estadounidenses a la economía mundial cada año, lo que equivale al 9% del PIB mundial. Sin embargo, las economías y las sociedades han subestimado en gran medida el cuidado y el trabajo doméstico, y por ello estas actividades sigue sin ser incorporadas como parte del enfoque de las políticas públicas y las estructuras corporativas. Las normas subyacentes de discriminación de género contribuyen a que el trabajo de cuidados sea constantemente infravalorado, lo que significa que cuando se trata de trabajo doméstico remunerado, este sea mal pagado.
“El trabajo de cuidado está íntimamente ligado a la forma de producción imperante, el capitalismo. En crisis, esta modalidad de trabajo se acentúa, se agrava. Y no es algo ajeno a nosotros, nos impacta constantemente. Este modelo de estructural colonial se mantiene y no hemos tenido la oportunidad de romperlo. Toda la carga histórica negativa de la esclavitud, la seguimos cargando ahora. Si se compara con lo que sucedió con la esclavitud, que fue precisamente una labor de cuidado para que otros puedan enriquecerse, entonces esto no es diferente. [El trabajo de cuidados] sigue siendo una mano de obra barata para que otros puedan estar en mejores condiciones. Pero las mujeres [trabajadoras domésticas] no tienen las herramientas para cambiar el sistema en beneficio de ellas y sus familias.”
—Jaqueline Gallegos, Comunicadora afroecuatoriana, Ecuador
Las mujeres y las niñas realizan una cantidad desigual de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, lo cual representa una de las mayores barreras estructurales para la justicia económica de la mujer y el cumplimiento de sus derechos. La desigualdad en el cuidado no remunerado impide que las mujeres y las niñas busquen un trabajo remunerado o una educación, asuman liderazgos políticos y laborales, también limita su tiempo para relajarse y presenta impactos negativos en su salud física y mental.
‘’Para organizarse en torno a la maternidad y otras obligaciones de cuidado, las mujeres se apoyan en la solidaridad comunitaria porque no tienen acceso a ninguna forma de protección social formal’’
—Mujer encuestada en Niamey, Niger.
La pandemia de COVID-19 ha aumentado aún más, en un 30-40%, el número de mujeres y niñas que desempeñan trabajos de cuidado no remunerado.Las mujeres y niñas que enfrentan múltiples formas de discriminación, en particular las que pertenecen a grupos que buscan la equidad, incluidas las mujeres de color y las mujeres con discapacidades, han sido las más afectadas por la pandemia. Se necesita de un replanteamiento audaz para la economía del cuidado, de manera que podamos construir una economía y un futuro feministas, sostenibles, resilientes, inclusivos y solidarios. El momento de hacerlo es ahora: sin acciones específicas, existe el riesgo de que la pandemia de COVID-19 haga retroceder los progresos conseguidos en igualdad de género en por lo menos una generación.
El aumento de las expectativas y el financiamiento para construir una economía solidaria es el camino para llegar allí. El trabajo digno y el desarrollo equitativo son fundamentales para lograr la justicia económica y Avanzar a Partir del COVID-19.